D/os trabajó para entregarle un paraíso al Hombre/Mujer, ahora el Hombre/Mujer tendrá el privilegio de trabajar(Cf. Introducción al Pentateuco. Génesis. Parte II Raúl Duarte Castillo. Ed. Verbo Divino pp.142.) para procurarse alimento y sobre todo para que todo vaya en orden, deberá ocuparse para que todo se realicé en armonía, por lo que la faena es un don, porque a partir de ésta la humanidad comprenderá y valorará lo que Hashem creó para el desarrollo de su felicidad, la cual se obtiene a partir de la actividad y de la convivencia.
El ser humano tiene todo, D/os lo creó no para enaltecerse a sí mismo sino para dar carne a su amor, pero, ¿qué pasó?, ¿hizo Hashem algo malo para que su creación se revelará contra Él?
En el tercer capítulo del Génesis, se nos narra la caída del Hombre, es decir, la ruptura que crean el hombre y la mujer con D/os, aquí la mujer se encuentra con un personaje, “la serpiente”, quien simboliza la sabiduría y quien representa esa parte inconsciente(Cf. Idem. pp. 143.) que hace buscar y preguntarse, que cuestiona la prohibición quedando fijo su interés en ese punto sin valorar lo que se le ha otorgado, la mujer y el hombre olvidan apartando lo benéfico; pensar en lo prohibido les interesa más, ese es su primer acto de soberbia, porque dudan de D/os al pensar que les oculta algo, no reflexionan sobre que esta prohibición será un bien en su desarrollo, sino que lo perciben como un acto de sometimiento ante su voluntad.
El hombre y la mujer se rebelan contra su creador, se visualizan como seres independientes, ya no como uno con su D/os, y ésta independencia se refleja en el momento en el que nunca piden perdón por la desobediencia, sino que se culpan el uno al otro creando eslabones que concluyen diciendo que el único culpable es Hashem mismo.(Cf. Idem. pp. 145)
A partir de esto el mal queda inmerso en el desarrollo del ser humano quien tendrá a través de su desnudez la visión de sus límites, entre ellos el de la propia vida, desde ahora, el Hombre no sólo tendrá que hacerse responsable de la Creación y cuidarla sino que tendrá que trabajar para la tierra, para su protección y cuidado, a cambio ésta le otorgará un hábitat y alimento.
Pero, la humanidad no valoró este acto de perdón de D/os, sino que percibió su libertad como una condena, un hecho que convierte a su creador en un D/os malo y castigador, olvidó que ya era su responsabilidad cuidar de todos los seres vivos y naturales, que su misión era trabajar para todo aquello que se le había otorgado, no para beneficio del creador sino para su propia gracia, porque entre más cuidado tuviera, la naturaleza le ofrecería un mejor lugar de vida y de alimento. Tomó sus responsabilidades como obligaciones, el trabajo lo percibió como castigo y este sentimiento lo llevó a cuestionar a D/os, a olvidar que la Creación no le pertenecía y creyó (y lo sigue creyendo) que por el hecho de trabajarla le pertenece sólo a él y por lo que no debe de compartirla con los demás, se comparó con Hashem, así, si Él, lo había creado para hacerse responsable de la creación, él (humanidad) también podría tener a alguien más débil para que cuidará de lo que ahora le pertenecía. Esta actitud ocasionó divisiones, el humano se apoderó de tierras, dejó de sentir a los animales como acompañantes y los convirtió en esclavos de carga, tomó los frutos de la naturaleza para su explotación, dejó de cuidarlos para beneficio de todos y los hizo presa del usufructo.
El hombre se convirtió en un verdugo, en un monstruo. El ser que Hashem había creado con beneplácito, con conocimiento, se alejó de Él para convertirse en un ser independiente sin escrúpulos que dotado de fuerza y conocimiento, la utilizaba para su propia felicidad y no para compartirla. Pero, ¿D/os era consciente de qué esto pasaría? Y ¿si lo era, por qué lo permitió?, esta pregunta que ha recorrido siglos repite categóricamente lo dicho por Adán ante la desobediencia:
“La mujer que me diste por compañera me dio del árbol y comí” y ella agrega, “La serpiente me sedujo y comí” (Gn. 3,12-13.)
Estás palabras llevan voluntariamente a culpar nuevamente a D/os por lo sucedido. La soberbia del Hombre se acrecienta ante las preguntas porque su reflexión no lo lleva a cuestionarse su falta de responsabilidad sino a buscar en D/os al culpable de sus propios actos.
Esta situación se percibe claramente y a nivel contemporáneo en la obra de Mary Shelley “Frankenstein”; el Doctor Víctor Frankenstein, crea un ser, en él pone todo su conocimiento, su fuerza, su amor, crea un individuo para otorgarle la vida, lo saca de la oscuridad para entregarlo a la luz, lo crea con la responsabilidad que implica entregarle la libertad. Para Víctor Frankenstein, la inmortalidad no era un punto de encuentro con su creación sino un punto de comunión y de armonía conseguido a través del cuidado de sí mismo y de los otros, por esta razón el conocimiento del bien y del mal al igual que la inmortalidad no tenían por qué ser necesarios en el desarrollo de aquél personaje, lo importante era que aprendiera a percibirse y disfrutar de la vida que se le había otorgado. Víctor, sabe de la perfección del cuerpo humano, conoce la descomposición natural que tendrá con el tiempo su creación, pero esto no es lo que le importa, nuevamente lo significativo para él es que este ser perciba la luz de la vida para ser feliz y ser un compañero. Sabe de igual manera lo peligroso del conocimiento, por eso le pone límites, sabe que si le entrega todo destruirá no sólo lo creado sino que se destruirá a sí mismo. Lo importante de esta creación tenía su principio en la nada, en el caos, al crear este ser, se restituiría la vida permanentemente, sabía perfectamente que la paz espiritual era lo necesario para vivir , disfrutar y que en contraparte la pasión lo llevaría a una insatisfacción permanente. Por eso dice:
“Creo que es más honroso cultivar la tierra para sustento de la humanidad que ser confidente e incluso cómplice de vicios”
(Shelley Mary, Frankenstein. Editorial Anaya. España 1982. pp. 68.)
Para desarrollar este ser tenía que ser sumamente cuidadoso, pero, algo creado con amor y esperanza no podía ser malo para él, ni para la propia existencia de aquel ser. Al ver su creación terminada, dudó, tuvo un poco de miedo y se alejó, era necesario que este ser se percibiera, que encontrará su estadío en la tierra y encontrará una finalidad a su existencia, pero este alejamiento nunca fue total, siempre estuvo en su mente, siempre fue su presente, alejarse era una responsabilidad común. Este ser se encontró frente a un todo, de cara a una creación inmensa sin saber que hacer, con el paso del tiempo, encontró conocimiento de las cosas, aprendió a alimentarse de los vegetales, aprendió que tenía que realizar ciertos actos que llevaban labor físico para procurarse sustento y que los animales eran sus acompañantes, no tenían por que ser un alimento teniendo tanto frutos y vegetales creados para su alimentación. Todo iba correctamente, pero este ser comenzó a compararse, percibió en los demás cosas que él ignoraba de sí mismo, así que en lugar de reflexionar sobre su propia esencia se comparó; esto en un principio lo ayudó a inspeccionarse. Poco a poco fue aprendiendo más y más, anhelo ser parte ya no de la Creación ni de su creador a quien dejó de buscar, deseo ser parte del otro, ansió la compañía, esto no fue un error, la equivocación estuvo, quizá, en no percibirse primero a sí mismo y lo que tenía alrededor, por lo anterior e imponer su presencia frente a otra existencia, esta se espanta, porque tampoco estaba preparada para ver a alguien distinto a lo que era en él/ella mismo(a).
¿Qué significa esto?, que el ser humano no percibe al otro(a) como un compañero(a), como su semejante, sino como alguien que puede quitarle su lugar, lo distingue como un monstruo, así la humanidad se rebela contra la creación al ver en el otro no un principio de encuentro con su dignidad y con el propio D/os, sino como alguien con quien tendrá que compartir. Este egoísmo lo lleva a romper la armonía.
Y, ¿dónde está Víctor Frankenstein? Ante la percepción dolorosa de su creación guarda silencio, un silencio que no es olvido, un silencio que lo lleva a recordar lo creado y a buscar una manera en la cual hacer que aquél ser se vuelva a percibir como es, es decir, una creación que no depende de su individualidad.
De cara a esto era difícil volver a creer en la bondad humana, su creación tenía poco tiempo de existir y ya se había olvidado de él, por ahora, sólo le importaba ser como el otro, había olvidado voltear hacia su creador y reflexionar sobre el quehacer en esta existencia. En este acto, el Hombre se había vuelto poderoso, odiaba al otro por no poder ser ni obtener beneficios, es así como decide vengarse de su creador, matando a otro. Nuevamente el Hombre culpa a Dios de sus circunstancias, nunca se culpa a sí mismo, se lava las manos.
El humano, representado en el monstruo, está inactivo, sólo piensa en sí mismo, ha olvidado sus responsabilidades, esto lo hace hundirse cada vez y cometer crímenes para vengarse de su creador, pero frente a esta actitud, existe una contraparte, que busca la verdad, la paz, que necesita equilibrar la verdadera naturaleza de su ser, que se cuestiona el por qué una parte de la humanidad busca la sangre y por qué traza mentiras para llevar a cabo su vida. El bien y el mal se han posesionado del espíritu de aquél que tenía la responsabilidad de existir para el cuidado y la ayuda. Y en esta reflexión se pregunta:
“¿Por qué presume el Hombre de una sensibilidad mayor a las bestias cuando esto sólo consigue convertirlos en seres más necesitados? Si nuestros instintos se limitaran al hambre, la sed y el deseo, seríamos casi libres, pero nos conmueve cada viento que sopla, cada palabra al azar, cada imagen que esa misma palabra nos evoca.”(Ídem. 108.)
Nuevamente este Hombre cuestiona a su creador, lo responsabiliza de su soledad, de su falta de tranquilidad, de su desobediencia, lo culpa por haberlo creado y no sólo eso, lo amenaza con destruir su mundo, le recuerda el conocimiento y la similitud con la que fue erigido, utiliza la libertad y el amor de su creador en su contra y en su egoísmo le dice:
“Yo era bueno; mi espíritu estaba lleno de amor y humanidad, pero estoy solo, Vos, mi creador, me odiáis”(Ídem. 112.)
Ante estas palabras el creador, se compromete a otorgarle felicidad, y hace una alianza con él, le promete ayudarlo a realizarse, a encontrar la felicidad, pero también se pregunta si esto hará que realmente el Hombre se sienta en plenitud, se dediqué a ser feliz y a cumplir con sus responsabilidades, se cuestiona si no al obtener lo anhelado, este ser ambicionará cada vez más porque tocará la felicidad y querrá más, cada vez más.
Esto recuerda los dones que D/os ha otorgado día a día a la humanidad, le ha dado la capacidad de descubrir su inteligencia, le ha dado la facultad de evolucionar, para beneficio de los demás, no sólo de él mismo, pero nuevamente la humanidad traiciona apoderándose de todo, somete, destruye, crea guerras, asesina animales para satisfacer una sed de sangre y para embellecer cuerpos, le ha puesto precio a la vida de los seres vivos. Ante estas acciones el ser humano se ha dividido, se ha encontrado de frente a diversas necesidades y situaciones, ha estado en la cúspide y ha sometido, ha estado en la ruina y no se ha hincado con humildad, sino que se arrodilla para reiteradamente culpar a su creador.
“¿Por qué no me habría quedado en mi bosque, donde ni conocía ni experimentaba otras sensaciones que las del hambre, la sed y el calor?(Ídem. 135)
Retoma el paraíso donde todo era disfrutar y trabajar para cuidar, donde no se percibía desnudo, símbolo de su debilidad, donde todo era corresponder a la naturaleza, cuidarla para que ella le entregara alimento, proteger a los animales para que estos le otorgaran compañía.
El hombre/mujer sabía ahora de las virtudes y del dolor de estar vivo, pero esta segunda parte no le es agradable, el hombre y la mujer buscan ser felices únicamente, por el simple hecho de existir sin tener la responsabilidad frente al otro y es cuando sienten dolor que culpan a D/os, antes de reflexionarse.
El humano esta dividido, una porcentaje se ha apoderado de las tierras y por ende de una parte de la población que vive en ella, beneficiándose de la creación sin pensar en el otro, en contraparte, esa porción explotada ante el dolor ha reflexionado y ha intentado acercarse, pero sólo ha recibido agresiones, frente a esto se ha contagiado de egoísmo y busca a su creador no para reencontrarse con él sino para exigirle justicia frente al poderoso, ha creado una imagen de un D/os que tiene la obligación de otorgarle beneficios, porque se lo merece, porque si no lo hace entonces tomará venganza, el Hombre/Mujer, ha divido a D/os y en su soberbia lo trata como un ser que tiene que estar a su disposición y caprichos, toma a la naturaleza como objeto de explotación y no como una ofrenda otorgada para acercarlo a la felicidad.
La humanidad se encuentra en un punto donde ha aprendido a hacer el mal, a ser utilitario, encuentra en esto mayor beneficio, halla mayor riqueza en la explotación de sus semejantes, de los mares, de los minerales, de los vegetales que en la riqueza de trabajar y encontrar un aprendizaje al obtener su propio sustento, percibe en los animales seres débiles a quienes puede explotar y dominar, porque ante ellos el Hombre/Mujer puede demostrarse su fuerza, se sabe temido, toma de manera absurda una postura de dios, se piensa y se siente dueño de la Creación, ya no responsable, y se justifica ante su creador diciendo:
“Soy malvado por que no soy feliz”
Pero, ¿qué necesita el hombre para ser feliz? El ser humano tiene todo frente de si, no necesita más que colaborar para que la naturaleza le beneficie, no precisa más que honrar a los animales para que estos sean fieles compañeros, no necesita más que respetarse, dignificarse y compartir. El Hombre necesita redimirse ante aquel Hashem que le ha otorgado vida para que ésta no se convierta en muerte.
A lo largo de la historia diversas personas, han procurado dar respuesta a la sin razón del humano, al olvido de éste de su D/os creador, han tratado de encontrar respuestas sin obtenerlas, por la simple y sencilla razón de que su respuesta conlleva a culpar a D/os de sus actos, “si D/os no puede contra la maldad, entonces para que existe” se repite constantemente, “si D/os no puede restituir los campos y dar alimento a los pobres, para que lo necesitamos”, “si D/os ha decidido que ciertas especies desaparezcan es porque ya no son necesarias para la humanidad”, este, entre otros pensamientos son los que se repiten cientos de hombres y mujeres sin importar la clase social o intelectual. Todos en determinada manera continuamos con el legado impreso en el Génesis:
“No es culpa mía, fue ella o él”
Eslabones que tienen como principio y final culpar a aquel que nos creó.
Hacer una analogía entre Hashem y Víctor Frankenstein, pretende denotar de una manera contemporánea la situación en la que se encuentra la humanidad, el hombre y la mujer de hoy se han olvidado de D/os, ahora la Razón es la que nuevamente ocupa la realeza, el interior tiene que ver con el intelecto ya no con la convivencia, ni con la armonía, ahora, los avances científicos son los que otorgarán y parecen tener el poder de alargar la vida a costa del sufrimiento de cientos de animales utilizados para la experimentación. El ser humano, creado con todo el amor y conocimiento, despreció la creación, se olvidó del paraíso y construyó ciudades(Está frase la escuché en una conferencia, no recuerdo el nombre del autor, pero señalo que no es propia.), así como en cierto momentos se olvido de D/os y pidió Reyes. .
Víctor Frankenstein, fue un doctor que intentó crear un ser para beneficio de la vida, para que el ser humano pudiera recuperar su felicidad y alejar a la muerte, Hashem, creó al ser humano y lo dispuso en un Edén para que compartiera la felicidad en compañía; le dio responsabilidades para hacer saber que
tenía un deber para con su creador y para sí mismo, le dio trabajo, que únicamente consistía en cuidar y procurar y éste lo traicionó, traiciona y traicionará.
Tanto Hashem como Víctor Frankenstein, fueron traicionados por su creación, uno de manera directa y real, otro de manera subjetiva y literaria, pero en ambos existe una misma relación, en ambos se encuentra el pensamiento de muchos hombres y mujeres que todavía reflexionan y se saben ellos mismos cómplices del daño a la naturaleza sin culpar a D/os.
El ser humano necesita adquirir conciencia de sus actos, de su irresponsabilidad cotidiana que se presenta día a día. En la actualidad, el cambio climático se ha enfatizado, el ser humano a adquirido un poco de conciencia ante sus actos, ahora trata de recuperar lo perdido, pero sigue, en su interior inculpando a su creador de sus propias monstruosidades, de manera similar a como el monstruo culpa a Víctor Frankenstein de sus actos.
Juan Pablo II en su carta a los artistas menciona, que el artista es aquel que tiene el don de presenciar lo que otros han olvidado y tiene la responsabilidad de crear conciencia, a esto se une el pensamiento de Kierkergaard, quien menciona que es la estética, no la ética la que hará despertar al humano de su egoísmo, por esta razón tomó a un personaje literario para denunciar lo que como hombre/mujer hemos hecho con nosotros mismos, con la Creación y con D/os. He tomado en cuenta que a lo largo de la historia de la humanidad se ha tratado de dar respuesta a la maldad y egoísmo del Hombre/Mujer y se ha cuestionado, entre otras cosas lo siguiente:
¿Si D/os existe por qué existe el mal, la destrucción y la pobreza?
Hombres y mujeres de todas las ramas de estudio han tratado de dar respuesta a este acto uniéndolo con el silencio divino, donde se piensa que D/os se ha cansado de su creación abandonándola. Dentro de todas estas ramas la literatura, utiliza la palabra para dar respuestas y crear mundos, siendo quizá la que más se acerca al don de la creación, porque a través de ella el humano crea, como lo hizo Hashem. El Hombre a través de la literatura se convierte en co-creador, tratando en contrasentido del mal, cumplir el tikún olam(Tikum – reparar – Olam – mundo. Reparar el mundo.), como un punto de equilibrio. En la literatura encontramos cientos de pensamientos donde se denuncia que la humanidad se ha dividido entre aquel que somete y aquél que busca reconciliarse con su Creador y ante esto se han buscado respuestas para comprender el por qué el ser humano se ha convertido en un ser que va en contra de su propia naturaleza.
En esta época donde la humanidad se ha olvidado de D/os y sólo lo recuerda cuando es necesario, en este tiempo donde las palabras dichas por las religiones no son escuchadas y donde todos aquellos que buscan reconciliar a la humanidad con su creador se convierten en los nuevos profetas rechazados y burlados, encontramos lo dicho en la Doctrina Social de la Iglesia la cual muestra la necesidad del bien común y nos dice:
“D/os ha destinando la tierra y sus bienes en beneficio de todos. Esto significa que cada persona debería tener acceso al nivel de bienestar necesario para su pleno desarrollo… el derecho de uso de los bienes de la tierra es necesario que se ejercite de una forma equitativa y ordenada… tomando en cuenta que la propiedad privada sólo es un medio, no un fin en sí mismo”.(Cf. Compendio de DSI 171-84.)
En este tiempo donde la humanidad se ha dejado de escuchar, el Arte tiene la responsabilidad de interpretar ese silencio de D/os el cual se hace presente no como un olvido o un rechazo sino como el mayor acto de amor donde Hashem quiere que el ser humano se reencuentre consigo mismo a través de
la reflexión, es en este acto creativo del arte y el acto de comunicar la palabra de D/os que el arte, la ciencia, la filosofía y las religiones deben unirse para restituir en el ser humano esa conciencia que ha perdido a través del egoísmo. La estética y la fe son puntos clave para el despertar del ser humano, el Hombre/Mujer actual ha adquirido cierta conciencia, pero continua juzgando al otro antes de analizarse a sí mismo, estamos en una época donde no debemos de seguir condenando al otro, debemos de abrir nuestro interior y analizar lo que hacemos mal. El cuidado de la naturaleza y su vida, no depende sólo de las grandes empresas, aunque si en un alto porcentaje, el cuidado de los animales no sólo depende de las asociaciones, el cuidado de la Creación depende de cada uno de nosotros, colaborar con la naturaleza tiene que ver con una reflexión interior que haga respetar la vida de todos los seres, porque cada ser vivo está en la Tierra para compartir la responsabilidad del cuidado de la Creación, ningún ser vivo ni natural debe de ser tomado como un estorbo, cada uno de los que existimos en la tierra tenemos un trabajo que realizar y por ende debe de ser respetado.
El cuidado de la Creación debe tomarse como una parte esencial de nuestra vida. Día a día debemos de agradecer y hacer algo para reparar el mundo, debemos de dejar de culpar a nuestro creador como lo hace el monstruo frente a Víctor Frankenstein y hemos de renunciar a imputar al otro nuestra falta de responsabilidad como lo hacen Adán y Eva frente a D/os.
En conclusión, puedo decir, que el actuar del ser humano tiene que ver más con adquirir conciencia, con educar, con hacer presente la responsabilidad de ser parte de la esencia de la naturaleza, tiene que ver con enseñar a respetar a todos los seres vivos y naturales, con apreciar el alimento que ofrece la naturaleza antes de asesinar a los animales para beneplácito del paladar, tiene que ver con rescatarse a través de la humildad, es por eso que hago una analogía entre un personaje literario que se encuentra en la mente de la mayoría de nosotros, quienes vemos a ese monstruo con repulsión porque nuevamente juzgamos sin percibirnos.
Utilizar a un personaje literario como un comparativo con Hashem, es una analogía para reflexionar sobre nuestra responsabilidad con la naturaleza.
La literatura, la filosofía, la ciencia y las religiones juegan un papel importante dentro del actuar del ser humano, y es con ayuda de cada una de estás como podemos acercarnos unos a otros y crear en nuestro interior un espacio para D/os sin alejar la Razón.
Martha Leticia Martínez de León… Silencio
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